Fall takes its time before arriving to Nicosia and, when it does, the ways in which it manifests are almost imperceptible to those who haven’t been here for a while. The trees remain unaware of the change of seasons, their leaves refusing to turn yellow, or even brown, until mid-October and the weather is still hot way past the end of Summer. Sweaters don’t take their place in our closets until November, and blankets, duvets, rugs and jackets remain stored until it’s time to assemble the Christmas tree.
Loving fall as much as I do, this has always been hard for me. As soon as September begins, I start scouting the streets in search for a yellow tree, or even a branch, for some fallen leaves. In my daily morning walks, I look for pine cones in the parks near my house and, in the evenings, I go to the balcony to see whether the air has started to cool down, even if only slightly so. Every year, I persist in my hope that fall will arrive sooner, even though I know that we will only need long sleeve t-shirts in November, and that the time for sweaters and duvets will come right before Christmas.
This year, I decided to celebrate fall even more, to cook with seasonal ingredients, and to incorporate nature into the house decoration. We have been looking for ways to mark the change of seasons with Luka and Zoe, and have undertaken nature exploration walks to hunt for weather clues, as way to increase their awareness of their surroundings, their understanding of nature and, hopefully, their environmental consciousness.
In this spirit, I came up with this very simple table setting for a casual dinner party. As I have said before, I believe in stress free entertainment and that, if we strive for magazine-style, photo shoot perfect parties we run the risk of never receiving friends at home, of not relaxing often enough, of not enjoying important connections with those we love and who love us. When I entertain, I have what I define as “a Taoist approach”: I strive to achieve a happy middle way between throwing a few pizzas on the table and a full blown 5 course dinner with silverware and my grandmother’s china (neither of which I own, by the way).
In this occasion, I used our white linen tablecloth, and I made a table runner using leftover fabric from another project.If you don’t have the time to sew a table runner, you can simply fold it and press it well. It will stay in place and you can finish it later. The plates and cutlery are the ones we use on daily basis, and the wine and champagne glasses are from Ikea.
I also prepared a simple centerpiece using candles and a few recycled pieces: a vase from an orchid that my husband gave me as an anniversary present the year we arrived to Nicosia, pine cones I had collected in my morning walks and two wooden bowls from my husband’s days in Rwanda, which I inverted to use as candle holders
I used napkins in white and brown, to add a little more color to the table (I like to mismatch things), but you could use white only, or even make ones from the same fabric as the table runner.I wrapped the napkins in beige and white baker’s twine and attached a fallen leaf to them, for a little extra embellishment. I was not planning to assign seats, but if you are, you could simply write the name of your guests in the leaves using a black , copper, or brown marker.
I love the warmth that candles bring to a very simple tablescape such as this one, how welcoming they make it feel, don’t you agree? Now all the table needs is good food and friends with whom to enjoy hours of great conversation- the main ingredients for a wonderful evening.
Do you like to entertain? What do you like to do when you receive friends at home?
Con sabor latino...
El otoño siempre se toma su tiempo antes de llegar a Nicosia y, cuando por fin llega, se manifiesta en formas prácticamente imperceptibles para aquellos que no son de aquí. Los árboles permanecen ajenos al cambio de estación, con sus hojas que se niegan a tornarse amarillas, o siquiera marrones, hasta bien entrado el mes de octubre, y el clima permanece cálido hasta bien pasado el fin del verano. Los sweaters no ocupan el lugar que les corresponde en los armarios hasta llegado noviembre, y las frazadas, duvets, alfombras y camperas, continuan guardados hasta casi el momento de armar el arbol de navidad.
Para alguien que ama el otoño como yo lo amo, ésto ha sido siempre dificil. Tan pronto como llega septiembre comienzo a buscar con ahínco algún indicio de la llegada del otoño en las calles de la ciudad: un árbol amarillo, una ramita siquiera, hojitas caidas, aunque sean pocas. Busco piñas en mis caminatas matutinas por los parques cercanos a mi casa y, por las noches, me asomo al balcón a ver si el aire comienza a refrescar, a ver si el otoño se asoma en la brisa. Cada año persisto en mi esperanza de que el otoño llegue más temprano, aún cuando sé que el tiempo de las mangas largas no llegará antes de noviembre, y que usaremos sweaters y duvets sólo cerca de la navidad.
Este año decidí que, despues de tanto esperarlo, el otoño debía ser celebrado tan pronto como llegara, quise y quiero disfrutar al máximo todo lo que dure, cocinar con productos de estación e incorporar elementos naturales a la decoración de la casa. Tambien hemos estado buscando elementos que nos ayuden a mostrarles a Luka y Zoe el cambio de estaciones, y hemos organizado caminatas de exploración de la naturaleza para buscar pistas acerca del cambio de tiempo, y que así ellos puedan tener un mayor contacto con la naturaleza, comprenderla, tomar conciencia de las modificaciones en el medio ambiente.
Con este espíritu, decidí organizar una cena tranquila, casual, sencilla, y poner la mesa con estas premisas. Como he comentado ya otras veces, creo que lo mejor son las celebraciones desestresadas, porque si aspiramos a organizar eventos dignos de tapa de revista corremos el riesgo de no recibir nunca a nadie en casa, o de no relajarnos cuando lo hacemos, y así nos perdemos de conectar con personas importantes, que nos quieren y a quienes queremos más allá de cómo luzca nuestra mesa. Cuando recibo amigos en casa, mi filosofía es “taoista”: busco el camino medio entre tirar un par de pizzas compradas en la mesa, y poner una mesa con cubiertos de plata y la vajilla de porcelana de la abuela (que no tengo, de todas maneras),
En esta ocasión usé como base nuestro mantel de lino blanco, sobre el que coloqué un camino de mesa en beige que hice yo misma con un retazo de tela que había quedado de otro proyecto. Si quieren hacer un camino de mesa, pero no tienen tiempo de coserlo, o no tienen máquina, no se hagan problema: doblenlo bien, corten, y planchen con cuidado. El camino quedará perfecto y no se moverá por lo que dure la celebración y, una vez que ésta termine, pueden terminarlo tranquilos. Los platos y los cubiertos son los que usamos a diario, y las copas de vino y de champagne son baratísimas y las compramos en Ikea.
El centro de mesa que ven lo preparaé usando velas, elementos naturales y objetos reciclados: piñas que había recolectado en mis caminatas matutinas, un macetero de vidrio en el que vino la primer orquídea que mi marido me regaló en nuestro aniversario, cuando acabábamos de llegar a Nicosia, y dos bowls de madera de la época en que mi marido vivía en Rwanda, los que invertí para hacer las veces de candelabros.
Utilicé servilletas blancas y color chocolate, para darle más color a la mesa, y porque me gusta mezclar cosas, pero pueden usarlas todas de un mismo color, ya sea blanco o bien pueden hacer unas iguales al camino de mesa. Luego agregué un pequeño detalle, para dar más interés al conjunto: envolví las servilletas en hilo beige y blanco, al cual adherí una hoja muerta. En esta ocasión no planifiqué sentar a la gente en un lugar determinado, pero si ustedes prefieren hacerlo, pueden simplemente escribir el nombre de la persona en la hojita misma, con un marcador marrón, cobre o negro.
Finalmente, encendí las velas, porque me encanta la calidez que brindan al ambiente, cómo invitan a sentarse y charlar tranquilos ¿no les parece? Una mesa sencilla, un par de elementos naturales, un par de velas, y todo lo que hace falta es buena comida y amigos queridos con quienes disfrutar horas de conversación agradable: no hace falta más nada para garantizar una noche hermosa.
Y a ustedes ¿les gusta recibir amigos en casa? ¿cómo preparan su hogar para hacerlo?
Have a wonderful weekend!
Que pasen un fin de semana maravilloso!
Divina Marce, me encanta el mantel de lino, muy delicado. Acá estamos empezando a disfrutar del calor, las temperaturas ya superan los 25°. Igual nada es gratis y las lluvias, inundaciones y mosquitos no están haciendo la vida imposible!
Beso grande!
Beautiful table setting! You did a great job photographing it, too!
Thank you very much! 🙂
Gracias Maira! Disfruten del verano, los helados y el calor!